"En el mundo de Lilith"


Lilith volvió a despertar, misma rutina de siempre, y sin motivación. Se dirigió al baño, y por medio del espejo se observó, con sus dedos recorrió cautelosamente las líneas de sus ojeras, sus ojos estaban hinchados y tenía el cabello un desastre—. ¿Quién quiero ser? —se cuestionó. La pregunta que la mantuvo ansiosa todo este tiempo. Se lavó el rostro, se peinó rápidamente y se dirigió al Instituto. Llegaba 10 minutos tarde, pensaba si entrar a clases, o no.

—Puedes hacerlo —se dijo Lilith, suspiró y tomó valor.

—Buenas noches señorita Smith —mencionó con sarcasmo la profesora—. Llega justo a tiempo para el examen —Lilith silenciosamente ingresó y tomó asiento en la última carpeta.

—Muy bien jóvenes, hoy como último día de preparatoria, y cómo se les mencionó hace tres meses para la clase de literatura. Redactar un ensayo sobre ¿Quiénes quieren ser para la vida? —comenzó, mientras repartía papel bond—. Tienen 75 minutos para realizarlo, y al final de la clase lo expondrán.

El tiempo corría, y Lilith seguía sin hacer nada, entre más pensaba, más se frustraba— ¿Quién quiero ser? —volvió a preguntarse. Se recostó, intentando encontrar la respuesta hasta quedarse dormida.

—Los exámenes son muy complicados a veces ¿verdad? —escuchó Lilith. Se levantó de la mesa y se encontró con una dulce e inocente niña. Observó a su alrededor, y el resto de la clase había desaparecido.

—¿Me quedé dormida? ¿A dónde fueron los demás? —preguntó Lilith, mientras la niña la observaba de manera extraña.

—Mi nombre es Buggy —se presentó—. ¿Quieres jugar conmigo? Mi padre me regaló esta muñeca la última vez que lo vi —dijo sacando una Barbie.

—Oye niña —mencionó Lilith—. Ahora no tengo tiempo para estas cosas —dijo buscando a su profesora.

—Por favor, por favor, prometo prestarte mi muñeca —dijo tristemente, pero Lilith se negó. Buggy fue a un rincón y rompió en llanto—. Zorro tiene razón, los adultos son malos —Lilith al escuchar eso, sintió culpa y se acercó.

—¿Zorro? ¿Quién es zorro? —preguntó. Sin embrago, al ver a Buggy se asustó, estaba distinta, había crecido. Ya no usaba sus dos coletas y vestidos de colores. Ahora llevaba una cola alta, anteojos y vestía un overol azul. Sus brazos habían cambiado de sostener una barbie a pinceles y lienzos. Y en su rostro, sus ojeras la marcaban, demostrando miedo e inseguridad.

—Que tonta eres —se escuchó del otro lado. Era un zorro, estaba sentado, con sus patas sobre el escritorio de la maestra. En sus manos sostenía una copa de vino, y bebía mientras disfrutaba de la escena—. Buggy Buggy, confiando en adultos otra vez ¿eh?

—No entiendo —susurró Lilith—. Hace poco solo eras una niña —tartamudeó—. No entiendo lo que está pasando.

—Es fácil Lilith —intervino Zorro llamando su atención—. El tiempo corre, los niños crecen, dejan de soñar y viven angustiados porque el mundo no es como se los pintaron. Entran a la adolescencia, se preguntan ¿quién quiero ser? y temen en responder porque fueron decepcionados por esa sociedad lleno de adultos patéticos, amargos, y malvados —pausó—. Si Buggy creció rápido, es porque tú estás convirtiéndote en parte de esa sociedad.

—Yo solo quiero ser feliz —dijo Buggy, mientras una lágrima recorría por su rostro.

—¿Te das cuenta lo que ocasionaste Lilith? Admítelo, estás convirtiéndote en alguien igual a tu padre —comentó Zorro—. ¿O no es así?

—¡No! —exclamó Lilith—. ¡Eso no es así!

—¿Recuerdas lo sola que estabas? Nadie te quería, tu madre trabajaba, los niños te rechazaban cuando pedías jugar con ellos —dijo zorro—. Y bueno tu padre…

—¡Basta! ¡No sabes nada de mí! —comenzó a gritar Lilith, intentando salir del salón.

—¿Eso harás? ¿Abandonar a Buggy, como tu padre te abandonó? —dijo sonriendo maniáticamente.

Lilith logró salir, y se dirigió al lavado recordando su pasado. Lágrimas abundaban sobre ella, y gritó. Sentía tortura, debilidad y soledad. Al instante, un osito de peluche de traje azul la abrazó— ¿Bear? —preguntó Lilith.

—Aquí estoy mi pequeña —respondió—. Vine a protegerte de tus monstruos tormentosos, siempre lo haré.

—¿Dónde estuviste todo este tiempo? ¿Por qué me dejaste sola? ­—cuestionó temerosa.

—Nunca estuviste sola, siempre estuve aquí —dijo señalando su corazón—. Pero ya es hora Lilith, es hora de crecer.

—No puedo, no puedo hacerlo —dijo—. No sé ni quién quiero ser y eso me angustia porque tengo miedo de crecer Bear.

—No se trata de quién quieres ser, se trata de estar seguro sobre quién eres —dijo Bear.

—¿Y quién soy yo? —preguntó con miedo.

—Tú eres Buggy, Lilith —dijo, mientras ella lo observaba sorprendida—. Y ya es hora de regresar a curar ese corazón roto que mantuviste durante mucho tiempo. A descocer la herida, abrazarla y cicatrizar junto a ella. Es hora de aprender a aceptar, perdonar, y soltar. Es hora de comenzar tu recorrido, y caminar de la mano con tus monstruos tormentosos.

—¿Y Zorro? ¿Qué pasará con él? —preguntó Lilith.

—Quererlo, y enseñarle a querer —dijo Bear—. No se trata de escapar de él y evitarlo, muéstrale tu camino, enséñale el mundo real, tu mundo —sonrió.

—Te quiero mucho Bear, nunca voy a olvidarte —lo abrazó.

—Te quiero mucho mi pequeña. No te atrapes en el pasado. Vuela lo más alto que puedas, y no te preocupes en caer porque siempre te sostendré —dijo para finalizar.

—Te extrañaré Bear —dijo Lilith con lágrimas.

—Cuando sientas soledad, solo cierra los ojos y me tendrás junto a ti —le sonrió Bear—. Ahora vuelve, que el tiempo corre.

Lilith en ese instante se dirigió al salón en el que se encontraba Buggy y Zorro— Tick Tack Tick Tack —resonaban los relojes del pasillo. Al ingresar de golpe ambos la observaron.

—Es tarde —dijo Zorro riendo—. Buggy, ella es como los demás, no le hables. Ella es mala como tu padre —Buggy lloraba asustada, mientras sus ojos pedían auxilio.

—No lo escuches Buggy —dijo Lilith acercándose—. Eso no es verdad, yo no te abandonaría. —Se acercó, pero la adolescente la rechazó—. Papá tuvo sus motivos, y lo mejor que puedes hacer es soltar —suspiró—. Dolerá, pero estaré aquí para protegerte; yo Buggy, te prometo un mundo mejor.

Buggy la abrazó, su interior se iluminó. Lilith pudo recordar su vida, la situación difícil por la que pasó. La última sonrisa de su padre en la última navidad, la última carta, el último juguete. Un simple abrazo que la transportó en el tiempo, y por fin pudo decirle adiós. Sus lágrimas eran de felicidad, porque después de mucho tiempo sentía tranquilidad. Por otro lado, Zorro no lo podía creer, y Lilith se acercó hasta él.

—¡No te me acerques! —le dijo, pero Lilith lo ignoró, y le sonrió.

—Gracias Zorro —mencionó, pero él seguía sin entender nada—. Gracias por ser parte de mí, por llegar a tiempo, y por enseñarme el miedo. Te quiero mucho, siempre lo haré —lo abrazó. Zorro forzó en separarse de ella, pero al sentir sus brazos se tranquilizó.

La voz de la profesora se escuchó— Muy bien chicos, el examen finalizó —Lilith al escuchar eso, despertó—. ¿Qué? —preguntó preocupada—. ¿Buggy? ¿Zorro? —dijo buscándolos.

Cada joven presentaba su ensayo. Muchos hablaban felices sobre quiénes querían ser: médicos, abogados, ingenieros, policías, marinos, militares, comunicadores, artistas, y más. Hasta que llegó el turno de Lilith, nerviosamente se acercó frente a todos. A pesar de tener el ensayo vacío, lo mantuvo frente a ella, con una simple frase que definía su pasado y futuro.

—Bueno yo…—comenzó­. Del otro lado, la profesora observaba seriamente la situación. Mientras Lilith recordaba lo que había pasado hace un instante—. ¿Fue solo un sueño? —se preguntó en voz alta, observando su carpeta; sin embargo, recibió muchas burlas de sus compañeros.

Siempre tuve el temor de crecer —empezó—. Vivía esquivando el mañana y refugiándome de lo caótico. Sin darme cuenta, el tiempo corrió, y ahora estoy aquí. En el mañana con el que evité siempre topar —suspiró, mientras sus amigos observaban con intriga—. Probablemente muchos tengan definido la respuesta, yo no, y eso está bien. Está bien no saber que querer, está bien llorar y caer, está bien estar mal. Lo que no está bien es no reconocerlo, y vivir atado a un pasado. Pensamos tanto que nos desesperamos buscando la perfección y en ser aceptados. Pensamos tanto en nuestro futuro, que nos olvidamos de curar heridas y abrazar el corazón. Y eso fue lo que sucedió con la pequeña Buggy, quién vivía atormentada por el malvado Zorro feroz, alimentándola de miedo y debilidad. Hasta que creció y su inocencia se convirtió en inseguridad. Noches de insomnio buscando una salida, pintando caminos para escapar, confundiendo paz por soledad; y al perder esperanzas, Mr. Bear reapareció, más viejo y más panzón. Se sirvieron el té, un mapa le entregó, reconfortándole el corazón. Le enseñó que ya era hora de crecer, de encontrar la salida y aprender a querer, especialmente a ella misma. En la puerta del laberinto, con Zorro se encontró, y ella sin miedo lo abrazó.  Finalmente, la dulce Buggy entendió que para vencer un monstruo y crecer, todo lo que se necesita es amor. Hoy agradezco a Buggy por ser parte del mundo de Lilith, mi mundo. A Zorro, por hablarme de lo caótico y mostrarme las ventajas de vivir con miedo, porque sin él no hubiera aprendido a perdonar, a soltar, y a caminar de la mano con mi monstruo interior. Y por último a Mr. Bear, quién me mostró mi rumbo, y el norte. Quién me devolvió las esperanzas, y me enseñó que a veces no se trata de quién queremos ser, sino de estar seguro sobre quiénes somos —concluyó. Todos sus compañeros, y su maestra se levantaron de sus asientos aplaudiéndola y la abrazaron.

Minutos después tomó asiento, mientras todos la felicitaban por su discurso y se despedían de ella, quedando última de todos para regresar a casa. La profesora desde su escritorio observó su ensayo con una sola frase: “No se trata de quién quieres ser, sino de estar seguro sobre quién eres”, y sonrió.


Autor: Cynthia Duhamel 

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